miércoles, 16 de mayo de 2012

MONASTERIOS MEDIEVALES DE LAS ISLAS CÍES

San Esteban. En el siglo XI aparecen en Galicia el florecimiento de la vida monástica y detrás de este movimiento estaba la Orden de San Benito, los benedictinos, estos monjes “negros” contaban con el respaldo político de los monarcas leoneses y castellanos que establecieron con estos un plan para repoblar y organizar política y económicamente el territorio. Para entender la historia del cenobio de Cíes, nos referimos en primer lugar al convento benedictino de Coruxo, En el cercano monasterio hermano de Oia, se pasan al Cister y muchos frailes descontentos se vienen para el de Coruxo y entre ellos, algunos deciden retornar el ora et labora en lugares apartados fuera del mundanal ruido, y que mejor que las islas Cíes. Allí se dirigen y fundan en la isla de Faro el cenobio de San Esteban de Cíes. Alfonso VII en 1152 hace donación a la abadía de Celanova del convento de Coruxo, por lo que el cenobio de San Esteban pasa a depender de la casa matriz de Celanova. Más tarde confirman esta donación Alfonso IX en 1228 y en 1232 Fernando III ( El Santo). No hay que confundir el edificio clasicista actual, que la publicidad le llama el convento, con el cenobio medieval que estaba edificado en la inmediaciones de este inmueble, en el camino que va al faro. Ávila y la Cueva en su historia de la diócesis tudense dice que cuando se edificó el cuartel y otras oficinas en la isla de Faro de Cíes, se descubrieron las ruinas de la iglesia y convento, y en aquella muchos huesos de cadáveres humanos. En los sillares del actual inmueble aparecen inscripciones y signos lapidarios de la época medieval, lo que se deduce que se aprovecharon para fabricar el actual edificio. San Martín. En junio de 1228 Alfonso IX, estando en el castillo de Luto (Pontesampaio) hace donación a maese Pero de la Isla de San Martín, la sur, para que en el eremitorio bajo la condición de por si mismo o sirviéndose de otro, celebrase en ella misa y otros oficios divinos, y que después a su muerte, pase la posesión al Monasterio de Oia, y este estará obligado a satisfacer las necesidades de dicho ermitaño, y después de su muerte, desplace a la isla dos presbíteros para que allí dijesen misa y recitaran las horas canónigas, en honra de Dios, de San Martín y por el ánima del monarca y sus parientes. Esta donación será confirmada por Fernando III en Tui en 1232, y después en 1351 por Pedro I. Se decía que Dios obraba muchos milagros en el eremitorio de San Martín de Cíes, de ahí que el obispo de Tui D. Juan Fernández de Sotomayor en 1298 en el sumario de indulgencias aparece la concesión durante tres años del beneficio de cuarenta días de perdón de los pecados cometidos a aquellos fieles que dieran limosnas para el conventillo. Más tarde en 1351, hay un documento de la relación de los bienes del Monasterio de Oia, aparecen granja y pensiones de San Martín de Cíes, para la que trabajaban varios colonos y unos frailes se cuidaban del culto en la pequeña ermita. Aparece, también, un acuerdo entre el Monasterio y los mareantes de Baiona, por el que a cambio de una cantidad de pescadas (merluzas) estos explotaban la pesca en las aguas de la isla. Con posterioridad al 1300 los frailes de Oia, cedieron la isla de San Martín, a la orden franciscana para que fundasen allí un convento de mendicantes. Parece ser que se erigió un monasterio femenino. Las religiosas cansadas de tantas estrecheces, estuvieron un tiempo y se vinieron para Baiona. Estos monasterios de Cíes recibieron donaciones de los reyes castellanos, tanto de Pedro I en 1369, como de Enrique de Trastámara. Tras la derrota de Pedro I a manos de su hermano Enrique, los partidarios de Pedro se refugiaron en Portugal y se le confiscaron sus bienes, por lo que el patrimonio de Suero Yánez de Parada pasa a manos del Obispo de Tui D. Juan de Castro, en 1377, las tierras de Coia y la cámara de Coruxo. Al haber fricciones entre el obispo y la abadía de Celanova por el Monasterio de Coruxo, acordaron permutarlo por la iglesia de la Magdalena en Ribadavia. Por lo que el emeritorio de San Esteban de Cíes pasa a depender del Obispo de Tui. Este convento estaría activo hasta la primera mitad del siglo XV. Las Islas Cíes y los monasterios eran conocidos por los marinos medievales por ser punto de refugio de las tormentas ya que allí encontraban fondeo seguro y agua potable. En las cartas venecianas de la época decian: “ La isla de Baiona es un buen puerto. Cuando estés dentro de la isla, entra hasta que descubras el arenal blanco frente a la iglesia de San Esteban; aquí es un buen fondeadero y con fondo limpio. Todo al frente de las islas, en dirección al levante, está el golfo de Redondela, que se adentra 25 millas y más. En este golfo nunca entran naves porque queda fuera de camino.” Fuentes: Crónicas históricas de las Islas Cíes, de J.M. González-Alemparte y otros libros de historia religiosa medieval.

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